sábado, 25 de septiembre de 2010

El Columpio.

Según lo que pude captar en “El Columpio” todo se desarrolla en torno a lo fácil que resulta dejar que pequeñas cosas se interpongan en lo que realmente queremos.

El principal intermediario es el miedo. A veces nos resulta muy fácil decir lo que pensamos, pero siempre esta presente el temor de si los pensamientos de esa persona concuerdan con los de nosotros. Por ejemplo: los protagonistas de la historia se pasan 7 minutos tratando de decirse lo que piensan, lo que sienten, pero no encuentran que dirección tomar para expresar sus sentimientos. Se encuentran montados en un columpio, porque cuando montas un columpio sabes lo que quieres, buscas entretenimiento y distracción, pero estas en un vaivén, no sabes que dirección tomar para alcanzar eso que deseas, no haces nada productivo, simplemente dejarte guiar por la fuerza de gravedad. Eso mismo les paso a ellos, estaban esperando que las cosas pasaran pero sin hacer el mas mínimo esfuerzo para que sucedieran.

Otra cosa que pude percibir es que las personas somos capaces de enamorarnos con tan solo una mirada. La clave de nuestro sufrimiento o alegria es la confianza en nosotros mismos. Nuestra seguridad es la que nos va a hacer felices o tristes, porque por ella es que tendremos los deseos de confesar lo que sentimos, y eso era lo que le faltaba al hombre y a la mujer de la estación.

Pero independientemente de que la desconfianza acalle nuestros sentimientos, siempre tendremos el deseo de confesar lo que sentimos, la necesidad de volver y formar una familia con esa persona. Y mientras vemos que por nuestra inseguridad se pone un obstáculo de por medio el cual no podemos atravesar, solo nos queda decir “Te quiero. Hasta siempre”.

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